Antiguamente lugar de extracción al aire libre, la cuenca fue cubierta con una bóveda en el siglo XIX y desde entonces esta cripta estaba totalmente llena de agua salada.
Después de la evacuación de esta agua salada y de importantes trabajos, la cripta puede ser visitada. Este descenso bajo lo que se ha convertido en la plaza principal de Salies-de-Bearn permite penetrar en un espacio donde los juegos de luz ponen de relieve una construcción nunca antes revelada.
Es también la ocasión de evocar la historia vinculada a la explotación del agua salada desde hace más de 3.000 años.