«André Maire, el pintor viajero» La vida de André Maire (1898-1984) no siempre fue fácil. Perdió a sus padres muy joven y a su hermano en la guerra. Su mentor y profesor, Emile Bernard, le aconsejó entonces partir a Oriente. El descubrimiento del Templo de Angkor lo marcará de por vida. Desde Indochina hasta las orillas del Ganges, pasando por Egipto y África, el pintor explorador recorre el mundo. Armado con papel, lápices y pinceles, busca inspiración, nuevos motivos exóticos, en una búsqueda de belleza y diferencia. Ofrece, en composiciones con perspectivas atrevidas, su visión onírica de la magnificencia de la naturaleza y de los lugares recorridos. Dependiendo del país en el que se encuentre, su forma de pintar es diferente. Los paisajes antiguos de Egipto se visten de sepia mientras que la vida desbordante de los pueblos africanos luce los colores brillantes de la gouache. Para esbozar los misterios de Angkor en Camboya, eligió la delicadeza poética del carboncillo. Un baobab de Senegal, un Buda de Ceilán, las falucas sobre el Nilo, exigen un dibujo irreprochable, el sueño y la imaginación hacen el resto exagerando las escalas para alcanzar la elegancia y tocar al espectador.