En el territorio compartido de la ciudad, un bailarín-arquitecto con su larga vela monocromática inventa un gesto efímero y elástico que teje en color con lo cotidiano. Al desplegar el Pantone como un fantasma de los lugares, tocando flujos, escalas, ritmos, el dúo singular revela la plasticidad de los espacios y crea imágenes modificadas por el movimiento, invitando al encuentro de los cuerpos locales. Como un nómada y su pincel dinámico, cuestionando la identidad y la forma del patrimonio, evocando ciertas necesidades de las condiciones humanas (hábito, abrigo, alfombra, cortina), referencias estéticas (drapeados clásicos, banderas, pliegues, embalajes de Christo...) y veleidades arquitectónicas, crean instalaciones efímeras monumentales itinerantes, desafían el artificio y el edificio, se convierten en actores y leitmotivs de un cómic strip, permeables a las situaciones, inventando particiones y estados del día.