Exposición "Laurent DELAIRE, Esos blancos que cavo"
En los dibujos que a menudo ponen en escena interiores íntimos, el artista parasita los códigos habituales de la perspectiva recogiendo partes de la imagen o fragmentando.
En sus pinturas monocromáticas, algunas de las cuales citan la Edad de Oro holandesa, procede por borrado del medio con el fin de revelar gradualmente el dibujo inicial así como el fondo blanco del soporte que traduce pictóricamente la luz. Se produce una epifanía (un manifiesto) donde surgen imágenes a menudo marcadas de una dimensión meditativa o espiritual.
Todas estas figuraciones invitan a un viaje inmóvil que se podrá vincular simbólicamente a la exploración interior. En la instalación inmersiva "Todos se convertían en sombras", huellas de frotamiento escenifican la Ausencia dentro de un interior doméstico y familiar. Es una meditación sobre la impermanencia de nuestra condición.
Por último, el artista dedica dos salas a sus escrituras asémicas que presentan una grafía cursiva, regular, dominada e indescifrable. Ascética, esta experiencia requiere de parte del artista-escriba una presencia al gesto. Une íntimamente el proceso plástico y la vida de la que expresa el flujo.