Una joya del gótico radiante.

La Sainte-Chapelle fue construida por Luis IX, futuro San Luis, en el corazón del Palacio de la Cité para albergar la más preciosa de las reliquias, la Corona de Epines de Cristo. Pocos años son suficientes para erigir esta obra maestra que no deja de sorprender, seducir y fascinar. Encarnación de la piedad de San Luis, la Sainte-Chapelle es también una proclamación de su poder político.
Más allá de su diseño audaz e innovador, lo que sorprende a primera vista es la armoniosa combinación de una sensación de ligereza e inmersión en un universo de oro y color. Al salir de la pequeña escalera de caracol que conduce de la capilla baja a la capilla alta, el ojo es inmediatamente captado por la luz coloreada que destilan las vidrieras.
Repartidas en quince vidrieras, más de mil escenas se animan en la luz y relatan en la nave, la historia del pueblo elegido, y en el coro, la de Cristo iluminado por los profetas. La narración conduce a los tiempos futuros que figuran en la gran rosa del Apocalipsis. Las estatuas de los apóstoles marcan el ritmo de la decoración policromada y conducen al ábside donde culmina la tribuna que llevaba el gran relicario que contenía las reliquias.