Ampliamente abierto a la naturaleza circundante gracias a su doble exposición, este verdadero castillo «transparente» se abre al este sobre el jardín a la francesa y sobre un panorama excepcional que le valió su nombre de Beauregard, al oeste en el patio de honor y el foso que ofrece una notable perspectiva bordeada de tilos centenarios. Habitado todo el año, está completamente amueblado y contiene muchos retratos y recuerdos familiares. Desde el salón de verano hasta la biblioteca, pasando por el salón verde y el comedor, su decoración interior, extraordinariamente conservada, atestigua un estilo de vida refinado y delicado.