Exposición y circuito a pie - El agua como fuente de vida un patrimonio sostenible
El agua como patrimonio sostenible
El 19 de marzo de 2003, con motivo del 14º concurso de municipios, el municipio de Huppy ganó en París el título nacional del premio Rustica por la restauración de cinco pozos antiguos.
Huppy, situado en la meseta de Picard de Vimeu, conocido a mediados del siglo XIX hasta ochenta y cinco pozos en su territorio. Una veintena estaba situada en el dominio público donde cada aldeano podía sacar su agua para sus necesidades personales. Excavados en una plaza, en una encrucijada, en el hueco de una callejuela e incluso a veces en medio de la vía pública como lo muestran los antiguos catastros, fueron excavados por iniciativa de varias familias de una misma calle con el acuerdo del municipio. Se les denominaba los pozos de barrio. Eran totalmente responsabilidad financiera de los demandantes. El resto, unos 65, pertenecían al sector privado. Las familias más ricas hacían cavar sus propios pozos, para su comodidad, pero eso generaba gastos de excavación y mantenimiento que sólo podían soportar las personas con ingresos importantes.
La excavación era de una profundidad media de 40 a 50 metros con la creación de una sala o galería en su fondo permitiendo una mayor reserva de agua. Según los lugares del municipio, algunos pozos alcanzaban incluso los 70 metros. Estaban realzados con un pequeño refugio. La albañilería de éste se realizaba con mayor frecuencia de ladrillos, procedentes de la fábrica de ladrillos de la calle Là-Haut, de pedernal, de piedra arenisca o de molino. El edificio fue construido por el carpintero o por el Charron del pueblo. Utilizaban la madera de la región: roble, olmo o castaño, para la estructura. El abeto y el álamo servían para el ornamento. El tejado estaba cubierto de paja, al principio, y luego de tejas picardas. Un mecanismo simple, manivela, cuerda y cubo, permitía sacar el agua. Una pequeña puerta daba acceso al interior del pozo. Alrededor de cada pozo estaba prevista una zona despejada de una distancia igual a la profundidad del pozo, que permitía subir a los Barris con el enganche de un caballo o de un burro.
El agua era la vida, todos la respetaban y todos estaban de acuerdo en mantener los pozos. El mantenimiento regular era una necesidad. La limpieza, muy importante, se efectuaba en épocas de sequía, donde la capa freática está en su punto más bajo. Permitía limpiar, remontar las impurezas y efectuar pequeñas reparaciones. Después de cada limpieza, entre 300 y 400 kg de cal viva eran arrojados al pozo para revivir las fuentes y desinfectarlas.