Futuro anterior: Tesoros arqueológicos del siglo XXI dC.
En 4022, el siglo XXI no es más que un pasado olvidado. La memoria escrita y audiovisual ha sido borrada, víctima de sus soportes demasiado frágiles. El plástico y otros materiales sintéticos tampoco resistieron los siglos. Sólo subsisten objetos fragmentarios de metal, vidrio, terracota o piedra, exhumados aquí o allá por casualidad. Basándose en estos testimonios minúsculos, preciosos y conmovedores, los arqueólogos restituyen nuestro mundo, a veces con exactitud, a veces equivocándose, forzosamente.
El futuro anterior da que pensar, y hace reír. Los visitantes descubren objetos familiares, hábilmente transformados en reliquias arqueológicas. Estos restos son restituidos e interpretados según lógicas rigurosas pero no siempre fundadas, donde la recogida se clasifica con las estufas, donde los casquillos de fusil son frascos, la regadera un jarrón de gala, y donde los enanos de jardín sin duda son notables o sacerdotes. ¿Loco? No tan loco. Despojados de toda la experiencia que les asociamos, abordados desde un punto de vista puramente descriptivo y comparativo, sometidos al doble azar de la conservación y del hallazgo, el abanico de objetos entra en otra lógica y suscita otras miradas. Una manera de mostrar que la arqueología, tanto si se refiere al pasado como al futuro, siempre se conjuga con lo imperfecto.