Laurence Leblanc, Donde aún subsiste
Generalmente se atribuye a la fotografía la capacidad de reproducir fielmente lo real. De sus cualidades de grabación se derivan los usos más difundidos del medio: la ilustración, el periodismo, las ciencias, etc. La fotografía, instrumento de memoria, de comparación y de intercambio de conocimientos, registra también nuestros recuerdos y señala, De este modo, el paso del tiempo; forma parte de nuestra vida cotidiana desde su invención y las tecnologías digitales han aumentado su importancia hasta el punto de hacerla omnipresente.
Frente a las fotografías de Laurence Leblanc, ninguna de estas afirmaciones parece tan evidente. La autora nos lleva a África, Camboya, Brasil, Cuba. Nos hace conocer a niños, monjas, bailarinas. Pero no sabremos nada de ellos ni de los países atravesados. Porque a lo largo de las series y de los años, la motivación de la fotógrafa no es grabar para documentar sino captar lo invisible, lo que no puede ser fotografiado: el hilo imperceptible que une a los seres humanos, entre ellos y entre las épocas.
Dondequiera que vaya, la fotógrafa es. Laurence Leblanc se impregna de los lugares, va al encuentro de los habitantes y vive con ellos. Cuestiona, integra, aprende. Sus estancias son permanentes y a menudo renovadas. Las tomas se hacen por instinto, subjetivas y benévolas, ella «disfruta» con delicadeza y sin premeditación. La emoción desencadena el acto fotográfico, la fotógrafa recoge.
Generalmente se atribuye a la fotografía la capacidad de reproducir fielmente lo real. De sus cualidades de grabación se derivan los usos más difundidos del medio: la ilustración, el periodismo, las ciencias, etc. La fotografía, instrumento de memoria, de comparación y de intercambio de conocimientos, registra también nuestros recuerdos y señala, De este modo, el paso del tiempo; forma parte de nuestra vida cotidiana desde su invención y las tecnologías digitales han aumentado su importancia hasta el punto de hacerla omnipresente.
Frente a las fotografías de Laurence Leblanc, ninguna de estas afirmaciones parece tan evidente. La autora nos lleva a África, Camboya, Brasil, Cuba. Nos hace conocer a niños, monjas, bailarinas. Pero no sabremos nada de ellos ni de los países atravesados. Porque a lo largo de las series y de los años, la motivación de la fotógrafa no es grabar para documentar sino captar lo invisible, lo que no puede ser fotografiado: el hilo imperceptible que une a los seres humanos, entre ellos y entre las épocas.
Dondequiera que vaya, la fotógrafa es. Laurence Leblanc se impregna de los lugares, va al encuentro de los habitantes y vive con ellos. Cuestiona, integra, aprende. Sus estancias son permanentes y a menudo renovadas. Las tomas se hacen por instinto, subjetivas y benévolas, ella «disfruta» con delicadeza y sin premeditación. La emoción desencadena el acto fotográfico, la fotógrafa recoge.
De vuelta en el taller, el tiempo se dilata de nuevo. Frente a los clichés, a las tablas-contactos, a las impresiones de lectura, el artista se toma su tiempo. Una nueva impregnación, silenciosa y solitaria, comienza. Las imágenes fotográficas que van a representar la experiencia vivida deberán saber imponerse a la fotógrafa antes de ser compartidas, provocar interrogación, cuestionamiento y duda.
Laurence Leblanc habla de captar una energía y un sentimiento interior que nos serían comunes a todos. ¿Es un reto porque cómo mostrar lo intangible? Y sin embargo. Es bajo este único prisma y sin complacencia que la fotógrafa aplica su mirada de autora. Las fotografías que Laurence Leblanc elige exponer son ecos sensibles, vínculos entre el mundo, las personas y las cosas.
Para esta exposición, el enganche mezcla voluntariamente diferentes series, de Rithy, Chéa, Kim Sour y los otros [2003] al inédito Du soin [2021] porque para Laurence Leblanc, identificar conjuntos, establecer una cronología o determinar temáticas no tiene sentido. Su fotografía es un intento constantemente renovado de mantener vivo y perceptible lo que nos es invisible pero que aún subsiste, a pesar de todo: los lazos débiles, frágiles pero tan esenciales... que nos unen.
Comisaría: Sylvain Besson, museo Nicéphore Niépce El museo desea agradecer a la Sociedad de Amigos del museo Nicéphore Niépce y a la sociedad Canson. Las impresiones de la exposición fueron realizadas por el laboratorio del museo Nicéforo Niépce en papel Canson Infinity Baryta Photographique II 310 g y Canson Infinity Rag Photographique 210 g.