Descubra Pont-en-Royans, de las casas colgantes a las callejuelas medievales
La visita comienza cerca del Museo del Agua. El agua, tan importante para el pueblo. Tan importante que no existiría sin ella. Desde el comercio de la madera pasando por las fábricas de seda y el comercio de la lana y el cáñamo, Pont-en-Royans vive al ritmo del agua y de la industria. Hoy en día, el río Bourne permite refrescarse en el calor del verano y pescar. Sin embargo, el agua puede subir rápidamente. La razón: una presa aguas arriba que hace subir el nivel del agua y desengaña al visitante creyendo descubrir un pequeño río tranquilo.
A lo largo del recorrido por las orillas, el visitante descubre un pueblo donde el agua está en todas partes. La cascada de la zona de recreo atrae la atención y los oídos. Pero la cultura nos llama con la Halle mediateca. ¿Por qué este nombre? Porque había una lonja allí antes de quemarse en 1912. Y finalmente aparecen: las casas colgadas. La postal del pueblo. ¿Cómo no estar impresionado por su arquitectura, colores y curiosidades? Allí un aro para la pesca, allí las letrinas, allí los balcones de madera en el equilibrio precario. Una verdadera proeza arquitectónica que maravilla al visitante de hoy como al de antaño: ¿no es Stendhal?
Pont-en-Royans es también un pueblo con un laberinto de callejuelas antiguas. Allí se cruzaban antaño los comerciantes protestantes cultos y prósperos que dieron sus cartas de nobleza al pueblo. Las Guerras de Religión y la Revocación del Edicto de Nantes barrieron su prosperidad y el pueblo se oscureció. Subamos y admiremos el pueblo desde el barrio de la Papelera. Finalmente, el descenso se hace por la Puerta de Francia y la historia de lo que una vez fue el Delfín.
¡Pont-en-Royans te está esperando para ser descubierto!