Visita libre de la capilla de Nuestra Señora de la Asunción
Hasta 1954, el único lugar de culto en Blonville-sur-Mer era la iglesia parroquial de Notre-Dame de la Visitation, situada a 3 km del actual centro de Blonville, en las tierras. La mayoría de los parroquianos del centro de Blonville acudían a los oficios en la iglesia de San Cristóbal de Bénerville, a la que llamaban capilla más cercana que su iglesia parroquial, cuyo párroco era el vicario de las dos parroquias.
Pero el desarrollo de las residencias secundarias hizo que la pequeña iglesia de Bénerville, se encontrara demasiado pequeña para el número de fieles. En 1951, el abad Loudière, entonces párroco desde 1945, suscitó la creación de una Asociación de las obras parroquiales de Blonville-Bénerville, hasta 1972, principalmente para la construcción, en el centro de Blonville, de una capilla y de una sala de reuniones
A partir de 1952, esta iniciativa fue transmitida y ampliada por su sucesor: Monsieur le Chanoine Duvieu, que fue párroco de Blonville-Bénerville hasta 1972 y que encontró un gran apoyo en la Asociación parroquial, cuyo primer presidente de 1951 a 1965, fue Monsieur Jean Roucher.
En 1953, tres parroquianos cedieron con gran generosidad a la Asociación parroquial sus terrenos en los que ahora se construye esta capilla. Se trata de Madame Chassany y de Monsieur et Madame Bamberger. La edificación de la iglesia pudo realizarse gracias a la generosidad especial de una decena de familias de feligreses benefactores de Blonville-Bénerville, residentes o estivales, reforzados por muchos otros particulares.
La ceremonia de colocación de la primera piedra tuvo lugar el 26 de julio de 1953, bajo la presidencia de monseñor Jacquemin, coadjutor del obispo de Bayeux y de Lisieux, monseñor Picaud. Esta piedra es visible en el exterior, en la posición simétrica del umbral de la entrada lateral.
Esta capilla fue consagrada y abierta al culto con ocasión de la bendición episcopal del 10 de agosto de 1954.
No fue hasta 1960 y 1961 que se realizaron los once frescos pintados por Jean-Denis Maillart, pintor y hombre de fe parisino que se había interesado en este edificio gracias a un feligrés y pronto apoyado por el canónigo Duvieu y por otros feligreses que manifestaron de nuevo su generosidad, al lado del sindicato de iniciativa de Blonville-sur-Mer.
El artista tuvo la libertad de concebir sus obras con la supervisión del canónigo Duvieu que, durante la concepción y realización de las obras, veló por las altísimas cualidades litúrgicas y didácticas de las mismas. Fue esta entrevista casi diaria la que permitió alcanzar la simbología precisa de cada uno de los frescos.