Exposición "Sombreros y pieles de conejos"
¡"Pelharòt! ¡Pelharòt! ¡Pèl de conejo, pèl de lebre!" Así es como el pelharòt – el colector de pieles de conejo - se anunciaba en las ciudades y los pueblos de Occitanie para recuperar las pieles de animales educados a la granja o en las conejeras de los huertos en ciudad. Las familias hacían luego secar cuidadosamente las pieles para venderlas al pelharòt, una práctica corriente hasta el medio del siglo XX.
¿Qué se hacían pues estas pieles de conejos? La parte más grande abastecía los couperies de poils que les proporcionaban esta materia prima a las fábricas de sombreros de fieltro. En efecto, a partir de los años 1850, el sombrero es de moda. Él se presenta como la ciudad y como el campo(campaña), por las damas y los señores, y en todas las categorías de la población. La petición es cada vez más importante, la actividad baúl mundo se desarrolla y las máquinas reemplazan poco a poco el trabajo manual. Los sombreros de poils tienen la ventaja de ser ligeros, flexibles e impermeables a las inclemencias.
Christian Thomás fue mercante de pieles de conejos, la versión moderna de "pelharòt" de en otro tiempo. Fue también el último transformador de pieles de conejo en la escalera(escala) industrial en Francia hasta en los años 1960, luego que negociaba en pieles de conejo al internacional jusqu’ a su jubilación. Él creó una exposición sobre un oficio desconocido y hoy desaparecido: el vendedor de pieles de conejos.